viernes, 12 de marzo de 2010

Ragazzi di Vita

Anna Matrolitto para
http://magazine.fuxyz.com/


«Sólo gracias a la muerte nuestra vida nos sirve para expresarnos.»
P.P. Pasolini, Empirismo Herético

En la mañana del 2 de noviembre del 1975, día de todos los muertos según la liturgia católica, se descubre el cadáver ferozmente golpeado de Pier Paolo Pasolini, poeta, escritor, guionista y director de cine italiano, hipotéticamente asesinado por Pino Pelosi, un chico de la calle que el intelectual solía frecuentar.

Muchos opinan que el adolescente no fue más que el cebo utilizado por unos sicarios para acabar brutalmente con las verdades incomodas que ponían en peligro los equilibrios de una Italia corrupta y en decadencia.

Lo mismo opinan los organizadores de la exposición LiveSoundtracks vs Pasolini, que a través de este encuentro dentro del marco del Micro Mutek han querido evocar y/o dar a conocer la controvertida figura de uno de los grandes artistas del siglo xx fuera de los ambientes intelectuales tradicionales.

El 18 de febrero del 2010 artistas de diferentes disciplinas (Drama Society, Alessia Laudoni, Benedetta Bignetti, Claudia Scarsella, Paola Sommella y Yunieskis Alfonso Lustre) exponen su punto de vista, desarrollado a partir de la fruición de algunas de las obras del maestro italiano.

La fotógrafa y retratista Alessia Laudoni hace una incursión en el mundo de la marginalidad a través de su trabajo inspirándose en la novela Ragazzi di Vita (Chicos de la Calle), el libro, secuestrado durante un año de las librerías, en el que Pasolini introduce el lenguaje del subproletariado romano en la literatura italiana.

En la novela el autor utiliza las historias de unos adolescentes de la periferia romana para describir la degradación social en que se halla inmerso el país desde finales de la guerra, cuando la pobreza era más feroz que nunca. Los personajes del libro se encuentran en un clima de total desorden: las familias no son puntos de referencia y las escuelas no son más que edificios para dar cabida a desalojados y desplazados.

En las fotografías la artista romana compara la dureza de los rostros de estos chicos de la calle, que reflejan la dificultad de vivir en los suburbios urbanos rodeados de una arquitectura decadente y sin sentido.

«Cuando encontraron su cuerpo, Pasolini yacía boca abajo, con un brazo ensangrentado y el otro escondido bajo el cuerpo. Su pelo, lleno de sangre, cubría su frente excoriada y desgarrada. Su cara, deformada por la hinchazón, estaba negra de tantos moratones y heridas; negros y rojos de sangre también sus brazos y las manos. Los dedos de la mano izquierda estaban fracturados y cortados; la mandíbula izquierda, fracturada; la nariz, aplanada y desviada a la derecha; las orejas, cortadas por la mitad, y la derecha, arrancada. Tenía heridas en los hombros, en el tórax, en la espalda, con las huellas de los neumáticos, de su propio coche, que le había atropellado. Tenía un terrible desgarro entre el cuello y la nuca; diez costillas fracturadas, igual que el esternón; el hígado desgarrado en dos puntos; el corazón, estallado.»

[Autopsia del cadáver de Pasolini, Corriere della Sera del 2/11/77]

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